el cine de mi casa

 

Buster Keaton

 

Joseph Frank Keaton nació el 4 de octubre de 1895, en Pickway, un pueblecito de Kansas. Sus padres eran cómicos ambulantes que participaban en populares minstrel shows y posteriormente harían carrera en el vodevil. El escapista Harry Houdini, que actuaba en el mismo circuito de espectáculos, fue quien le puso el sobrenombre de Buster, después de verlo precipitarse aparatosamente por las escaleras (buster es sinónimo de caída de espaldas), y a los cuatro años ya compartía escenario con sus padres. Su misión: Recibir trompazos. En Slapstick. Las memorias de Buster Keaton (escrito en colaboración con Charles Samuels en 1960 y traducido al castellano por Plot Ediciones en 1988), el cómico cuenta: "Nuestro número se ganó la reputación de ser el más violento del vodevil. Esto fue el resultado de una serie de interesantes experimentos a los que me sometió mi padre. Empezó por sacarme al escenario y dejarme caer. Luego se dedicó a limpiar el suelo conmigo. Cuando no di señales de molestarme, empezó a lanzarme de un lado a otro del escenario y a arrojarme al foso de la orquesta".

 

Milagrosamente, Buster no sufrió nunca lesiones graves, porque sabía qué músculos tensar y relajar en las caídas. En cuanto al resto de su educación, la vida nómada le impidió matricularse nunca en una escuela, y fue su madre quien le enseñó a leer y escribir mientras el número familiar iba adquiriendo cada vez mayor fama. Sin embargo, la afición a la bebida de su padre y la aparición de nuevas formas de entretenimiento amenazaban su futuro, así que cuando contaba 22 años aceptó una oferta para trabajar en el cine junto a Roscoe 'Fatty' Arbuckle, un cómico formado por Mack Sennett en los famosos cortos protagonizados por los policías de la Keystone. Fatty carnicero (The Butcher Boy, Roscoe Arbuckle, 1917) fue la primera aparición de Keaton ante las cámaras.

 

Arbuckle y el productor Joe Schenck fueron sus mentores. El primero le enseñó a revelar, cortar y empalmar la película, mientras que el segundo confió ciegamente en su talento humorístico. En 1918, Keaton fue llamado filas para luchar en la Primera Guerra Mundial, y a su regreso se iba a convertir en uno de los artistas más exitosos de Hollywood, tan reconocible por su facilidad para el gag visual como por el hieratismo de su expresión facial, uno de sus inconfundibles rasgos identificativos. Keaton era famoso por no reír jamás en pantalla, pero también por enfocar el humor de un modo muy diferente al de sus contemporáneos: luchaba en las planicies del Oeste y en el Polo Norte, contra tifones, naufragios y avalanchas. También se enfrentaba con grandes máquinas. Y en sus películas hasta los seres humanos adquirían una dimensión superior y se convertían a menudo en muchedumbres.

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Su éxito comercial fue también descomunal, y siempre tuvo claro que Hollywood subestimaba la inteligencia del público. Por eso trabajó durante años desde su propio estudio independiente, realizando obras maestras como El navegante (The Navigator, Buster Keaton y Donald Crisp, 1924) o Las siete ocasiones (Seven Chances, Buster Keaton, 1925). Pero en la cima de su éxito cometió, según sus propias palabras, el peor error de su carrera, al aceptar un contrato con Metro Goldwyn Mayer. Como consecuencia, perdió gran parte de su libertad creativa. Por otro lado, la llegada del cine sonoro estaba reconfigurando la industria y Keaton pertenecía a la edad de oro del cine mudo. Como colofón de sus desgracias, en 1932 su esposa, Natalie Talmadge, solicitaba el divorcio y se llevaba con ella a sus hijos, su fortuna y sus propiedades.

 

Como otras grandes estrellas, pasó de tenerlo todo a caer en el ostracismo, y no tardó en ahogar sus penas en alcohol, cansado de que MGM le ofreciera películas que no se adaptaban a sus aptitudes. Tras varios ingresos en clínicas de desintoxicación, sobrevivió trabajando en mediocres producciones mexicanas, inglesas y francesas, e incluso haciendo giras con algunos circos, hasta que fue contratado como asesor de comedias y creador de gags, principalmente para Red Skelton, ya que no consiguió entenderse nunca con Abbott y Costello ni con los Hermanos Marx. A finales de los años cuarenta, la televisión fue otra tabla de salvación para él: Primero protagonizó su propio show, y después, en la década siguiente, fue uno de los invitados más habituales en programas de todo tipo. Hasta hizo algunos spots publicitarios.

 

En 1957, la Paramount estrenó The Buster Keaton Story (Sidney Sheldon), una irregular película biográfica que sirvió para refrescar la memoria del público, y en 1960 se editó el citado libro de memorias, donde confesaba: "A causa de mi aspecto en el escenario y en la pantalla, la gente suponía que me sentía desgraciado en mi vida personal. Nada hay más lejos de la realidad. Buscando en mis primeros recuerdos, siempre me he considerado un hombre enormemente afortunado".

 

Precursor en infinidad de aspectos técnicos y de puesta en escena, creador de un personaje único (...), Buster Keaton es un cineasta total al que conviene revisar cada cierto tiempo para limpiar la mirada y reencontrarse con la esencia del cine. (...) "Ese gran especialista contra toda infección sentimental", como bien le definió Luis Buñuel.

 

Eduardo Guillot

culturplaza.com

 

 

 

Películas programadas

 

La ley de la hospitalidad (1923)

El moderno Sherlock Holmes (1924)

El maquinista de la General (1926)

 

 

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