ANDRZEJ WAJDA

Películas

 

LA TIERRA DE LA GRAN PROMESA

Ziemia obiecana

(Andrzej Wajda, 1975)

 

Int.: Daniel Olbrychski, Wojciech Pszoniak, Andrzej Seweryn, Bozena Dykiel, Andrzej Szalawski, Anna Nehrebecka, Tadeusz Bialoszczynski, Franciszek Pieczka, Kalina Jedrusik. Polonia. 170’. 1.68:1. VOSE.

 

A finales del siglo XIX, la ciudad de Lodz se ha convertido en el epicentro de la industria textil, con la consiguiente necesidad de mano de obra inmigrante. Tres jóvenes estudiantes de Riga: un polaco católico, hijo de nobles terratenientes, un ambicioso judío y un alemán luterano deciden abrir una fábrica en esa ciudad para hacer fortuna y, sin escrúpulos ni prejuicios, se lanzan a acumular dinero y poder.

 

El capitalismo salvaje de la revolución industrial según Andrzej Wajda. El filme es una de las obras cumbre de la cinematografía polaca, y adapta una obra de Wladyslaw Stanislaw Reymont. (…) El filme ganó la Espiga de Oro de la Seminci, y el principal premio del Festival de Moscú. El cineasta polaco hace una magnífica reconstrucción de época, entrega secuencias espectaculares como la del incendio, y no esquiva los momentos crudos, como la de la pelea junto a una maquinaria, donde uno de los contendientes acaba literalmente triturado, al igual que hace el propio capitalismo inhumano con las personas. Wajda cuenta con la vibrante partitura de Wojciech Kilar, y hace un inteligente uso de los objetivos cortos, lo que se traduce en planos generales con los personajes distanciados y cuyos brazos y rostros quedan deformados al acercarse a la cámara, un modo efectivo de hablar de la ausencia de rostro humano en el injusto sistema económico que describe. (decine21.com)

 

 

EL HOMBRE DE MARMOL

Czlowiek z marmuru

(Andrzej Wajda, 1976)

 

Int.: Jerzy Radziwilowicz, Krystyna Janda, Tadeusz Lominicki, Michal Tarkowski. Polonia. 161’. 1.33:1. VOSE.

 

Apasionante película de Andrzej Wajda de larga gestación, pues ideada en 1962, no pudo ser llevada a la pantalla hasta quince años más tarde. Con guión de Aleksander Scibor-Rylski, se trata de una mirada nada complaciente a los esfuerzos de sovietización de Polonia en los años 50, cuando en las cercanías de Cracovia se construía Nowa Huta, la ciudad que debía responder al modélico ideal socialista. Toda gira en torno a Agnieszka, una resuelta y joven estudiante de la Escuela de Cine de Lodz, que prepara como corto para su graduación un documental acerca del obrero Mateusz Birkut. En tiempos del estajanovismo, Birkut es un albañil carismático, y las autoridades comunistas quieren aprovechar este hecho para presentarlo como adalid de un récord de colocación de ladrillos en un determinado número de horas, lo que demostraría la perfección del sistema. Pero en 1977 ha sido olvidado, una estatua de mármol con su figura yace en un rincón en los almacenes polvorientos de un museo. La tozuda Agnieszka va descubriendo material de archivo sobre Birkut, tolerado y prohibido, y va hablando con distintas personas importantes en la vida de este hombre. Poco a poco averigua los motivos de la caída en desgracia de esta figura propagandística.

 

Resulta increíble que Wajda lograra hacer en plena era comunista una película como ésta, de aire casi documental, tipo 'cinéma verité', donde se observa el escaso aprecio del régimen hacia el individuo, y las mentiras y trapisondas con que la maquinaria del poder juega a autoperpetuarse. (…) De ritmo agilísimo, tenemos la sensación de estar siendo testigos de una auténtica investigación, donde se mezcla muy bien el supuesto material de archivo, con los recuerdos, y las peripecias de Agnieszka. Y esperamos expectantes el resultado de las indagaciones. Krystyna Janda insufla pasión juvenil a la cineasta, con su encantador descaro, mientras que Jerzy Radziwilowicz es la mezcla perfecta de honradez, ingenuidad y desengaño. (decine21.com)

 

 

EL HOMBRE DE HIERRO

Czlowiek z zelaza

(Andrzej Wajda, 1981)

 

Int.: Jerzy Radziwilowicz, Krystyna Janda, Marian Opania, Boguslaw Linda, Wieslawa Kosmalska. Polonia. 154’. 1.33:1. VOSE.

 

Cuatro años después de El hombre de mármol, presentada de tapadillo en el Festival de Cannes como "película sorpresa", el polaco Andrzej Wajda ganaba la Palma de Oro con lo que bien podemos calificar de su secuela. El filme sigue en esta ocasión la pista de Maciej Tomczky, el hijo del obrero estajanovista Mateusz Birkut, que trabaja en los famosos astilleros Lenin de Gdansk. (…) Quizá este segundo filme de Wajda sobre el régimen de su país tiene menor frescura, pero de nuevo vuelve a atrapar al espectador porque es un retrato muy preciso de unos momentos históricos en la historia de un país y de su movimiento obrero, y sólo podía hacerse cuando se hizo, pues luego llegaría el golpe de timón del general Jaruzelski.

 

 

DANTON

Danton

(Andrzej Wajda, 1982)

 

Int.: Gérard Depardieu, Wojciech Pszoniak, Anne Alvaro, Roland Blanche, Patrice Chéreau, Emmanuelle Debever, Krzysztof Globisz, Ronald Guttman, Gérard Hardy. Francia-Polonia. 136’. 1.66:1. VOSE.

 

Tras la declaración de los derechos del hombre, llega el régimen del terror. Es la paradoja de la revolución francesa (…) El film describe la época del dominio de Robespierre, y su choque con Danton, lo que da pie a un soberbio duelo actoral entre Wojciech Pszoniak y Gérard Depardieu. El cineasta polaco Andrzej Wajda no sólo atrapa con la cámara un pedazo de historia, sino que, rodando en 1983, está ofreciendo una parábola nada velada del movimiento Solidaridad y su choque con el comunismo. (decine21.com)

 

 

KATYN

Katyn

(Andrzej Wajda, 2007)

 

Int.: Andrzej Chyra, Magdalena Cielecka, Artur Zmijewski, Danuta Stenka, Maja Komorowska, Wladyslaw Kowalski, Pawel Malaszynski, Stanislawa Celinska, Marek Kondrat. Polonia. 122’. 2.35:1. VOSE.

 

Regreso de Wajda, una vez más, al drama de Polonia a partir de la Segunda Guerra Mundial. Y esta vez con un episodio oculto, silenciado, e íntimamente vivido por el director. Su padre fue uno de los 15.000 oficiales polacos asesinados por los soviéticos, que luego echaron la culpa a los nazis. Wajda reconstruye la historia entre la épica de un conmovedor drama colectivo y el intimismo de los familiares de aquellas víctimas. El bosque como impresionante escenario, el uso ocasional de las imágenes de archivo, las interpretaciones de peso y una lujosa puesta en escena de impecable ambientación marcan los márgenes de un producto solvente, bien armado. Se puede echar de menos un poco más de alma en el conjunto, pero la historia se impone. (Ricardo Aldarondo, Fotogramas)

 

 

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